jueves, 21 de febrero de 2013

¿Regresaré...?


Le llame antes de comprar el boleto de regreso para saber si lo esperaba. 

Llegaría a las cinco de la tarde, y apenas era la una, podría haberlo esperado, regresarme a casa y esperarlo.  No quise, quizá porque no quería “ahogarlo”, ya habíamos estado todo el fin de semana  juntos… yo, siempre pensando en lo demás…

Compre mi boleto de regreso y ahora, precisamente ahora, no tengo la certeza de que compraré mi boleto de vuelta,  para verlo.

Le deje una nota cerca de su PC antes de irme a la terminal, le decía que quizá no regresaría hasta  tener “dinero”, lo que en realidad quise decir es, que no regresaría hasta saber que iba a ser  de mí.

Ya en el autobús, saque mi libreta para intentar escribir, desde hace tiempo que no lo hago…  La abrí, pase las hojas  y él también me había dejado una nota…

¿A qué hora me decidiré a explotar?
¿Algo debo de hacer ya  con mi vida?

Algo me apretó fuerte en mi pecho, algo sentí en la garganta…  Lloré.

Soy precisamente ahora,  lo contrario a lo que él busca.

Desde esa última visita, siento que nos hemos distanciado aún más de lo que la distancia nos separa.

¿Él es a quien busco?

Sé que lo amo.

¿Tarde...?


Llegué tarde, no me gusta admitirlo, pero ese es uno de mis peores hábitos, mi impuntualidad.  Leí  alguna vez en un libro de poemas, donde el autor decía: “…Hasta a el amor llego tarde…”   Aquella frase la hubiera podido escribir yo, y hasta alguien o algunos más.

¿Quién no ha llegado tarde al amor?

Y ahí estaba, en un microbús que me dejaría en la terminal de autobuses.

Ya muy retrasa,  pues no pensé que el micro, se viniera haciendo paradas, (en el buen sentido de la palabra… ¿Cuál es el mal sentido de la palabra…?) y de media hora que yo “calculé” que duraría el trayecto de la casa de mi ¿Novio? ¿Compañero? ¿Pareja?, hasta la TAPO, esa media hora mal medida, se convirtió conforme avanzaban los minutos y no avanzaba el  micro en casi una hora. 
Y  ahí estoy caminando hacia la terminal una media hora y más de retraso, retardada, retar-de.

Caminaba hacia la sala de espera, donde quedamos de vernos,  yo iba mandando un mensajito al celular de Gabriel, avisándole que ya había llegado a la terminal,  mientras eso hacía, caminaba sin fijarme muy bien hacia donde iba, pues de tantas veces,  ya sabía por dónde ponía mis pies,  al levantar la vista, ya adentro de la sala, me di cuenta de que en efecto, de tantas veces,  mis pies me llevaron pero a otra sala de espera, algo sorprendida por la nueva apariencia de la sala me preguntaba, ¿Ya  cambiaron la ubicación de las salas….? Iba re-tarde  y re-distraída, al observar bien bien  la sala, no era la de  Estrella Roja, era la de ADO.
Me reí de mí, que re-mensa.

Corregí el  rumbo de mis pies, y me fui directo a donde me esperaba.

Platicamos... no mucho.

¿De qué se puede platicar después de varios años de no verse?

Lo que me queda por decir es,  que es la primera vez que nos vemos  sin terminar abrazados en alguna cama de algún lugar, o en la cama de su casa como en un principio.

Me sentí feliz, muy feliz,  pues dicen que después de la tempestad...
...

vuelve la calma.

domingo, 27 de enero de 2013

Me encanta...


Tu casa, el espacio perfecto para cubrir nuestros cuerpos desnudos, en ella me convierto en la amante eterna de la que leíste en esas historias que me gusta contar, me vuelvo incontenible, insaciable, te pido mordidas, arañazos y besos, te lo pido adentro y te digo Te Quiero,  mientras muero por instantes en orgasmos azules…  

Muero en tu casa, muero en tus brazos, muero en tus besos, en tus dedos, pero de entre todas las formas de morir, 
me encanta
acabar en tu boca.


sábado, 5 de enero de 2013

Con mayúsculas ...


El frío de invierno  se vuelve cálido no  lo siento  espantosamente gélido calándome dentro.
Es soportable.

Me basta cerrar los ojos y mirarte, cerrar los ojos y recrearnos… recrearme en la calidez de tus brazos, pensarme enredada en tú pasión y  en la intensidad que desbordas al amarme;  esa misma con la que me tocaste esa noche, esa noche en que  rosaste tu boca con la mía en un beso titubeante,  pues no atinabas a saber si correspondería a tus labios temblorosos.

Y hasta hoy  mí desnudez se pierde entre los torrentes de esa  pasión y deseos que se desbordan de ti desde la primera noche juntos, y es entonces que mí cama me queda grande, pero me basta con sabernos juntos…

Y es entonces que este invierno me es soportable, aunque te extrañe, pues la distancia no borra tus palabras de mis ojos: TE QUIERO, así con mayúsculas. 

Me has dicho te quiero después de algunas noches y días juntos, después de algunas lágrimas y miedos que dejamos caer  sobre nosotros, después de no importar un mañana, mas que el hoy, después de nuestro beso  que nos abrió las alas; quizá yo volé antes que tú, porque desde siempre he querido volar… 

Me has dicho Te Quiero y me  basta, pues un Te Quiero no tiene fecha de caducidad.

martes, 4 de diciembre de 2012

¿Te cuento...?


¿Te cuento un secreto?

Ahora que volveremos a vernos,  quizá sea en alguno de estos próximos  días…

Quiero volver a sentirte… a sentir como tus besos húmedos  se mojan entre mis piernas… 

Como esa  vez  que nos atrevimos a tocarnos, que nos atrevimos a acercarnos, que nos aventuramos a volver a creer y a sentir…

No te imaginas cuanto disfrute ese instante,  cuando después de tocar mis manos, de besarnos, de quitarnos la ropa y nuestro miedo,  tú besaste mi sexo.  Yo sólo cerré mis ojos, y te disfrute y me disfrute…  Y fue que me devolviste lo que creí haber  perdido  en algún lugar, en alguna cama, en algunos brazos… en la esquina de una calle…

Hoy,  después de un adiós, después de largas “conversaciones”  confusas al principio, confusas y dolientes, te volveré a ver, consciente de que dormiremos en la misma cama pero con nuestros deseos más profundos tan diferentes, tan distantes…

Mi secreto es que me atreveré a tocar tus manos, a besarte... a quitarte la ropa…

Lo demás no quiero decirlo, pues no sé si te atrevas  a  tocarme...

sin miedo…